Sólo
quiero gozar
del remanso del agua,
del manantial clarísimo sosegado del viento,
donde la alegre alondra inicia de mañana el
cántico a los trigos,
y le estremece al lirio dulce melancolía.
Sólo quiero gozar del señorío del agua que
inclina sus mercedes
a las curvas del río,
y deja pasar, lenta, la canción y la espuma
como en cielo de abril se aventuran las nubes.
Sólo quiero la voz entera de los hombres.
La voz que se levanta en la serenidad augusta del silencio.
Sólo el temblor herido que acaricia la yerba,
donde amorosamente toman fresco mis hombros y alzo la vista al cielo.
Sólo la voz del hombre que, solo, en soledad, le rebosa su
hombría
y sabe de la voz callada de la muerte
Porque quiero gozar del brío de la sangre extremando el
candor bellísimo del sueño.
Porque quiero endulzar el llanto en el consuelo regalado del
pecho,
donde excede el dolor al aroma del nardo
y tiembla la pureza del varón como un fresno.
Porque busco la voz escondida y severa
un sonoro silencio me lleva al manantial,
donde el destino mío aflora lentamente, con reposo de cielo
descansando del aire.
Y en dulce privilegio el silencio se colma de mis venas
azules, de frágiles caminos.
y hallo la soledad,
y escapo de mí mismo como el alma elegida escapa por su
aliento para esposar a Dios.
La soledad me asiste, generosa en el vuelo, y en mi carne
encierra
y siento los abismos que separan al hombre del resto de los hombres,
y se me ofrece el mundo como reciente rosa rompiendo su
clausura
y recorre mi sangre una dulce obediencia,
y comprendo,
y perdono la vanidad del mundo.
Juan Panero Torbado (Astorga, León, España, 1908 – 1937). Poeta.