del ciervo. Nunca caminé más despacio
que entonces. La distancia justa para
observar sin provocar espanto. Esperar
y agotar la vista en el mirar
hasta que
la mandíbula vuelve al pasto
y rumia, traga
sabiéndose a salvo. Los que observan
no buscaban hierba ni sangre ni carnes,
tendones.
Hubo muchos pastos. Todos
se aúnan en este, ya lejos.
Teresa Soto González (Oviedo, España, 1982). Poeta. Premio Adonáis 2007.