A punto estuvimos de morir de amor
pero murió el amor
y nosotros vivimos.
Yo sé bien que te amé
Yo sé bien que te amé
y luego todo se hizo tan disperso y lejano,
tantas veces perdí la memoria al querer ordenar los recuerdos.
Estás en la distancia, debajo de algo mío,
de mis pies, de mi búsqueda,
rumorosamente a mis espaldas.
Ninguna prueba es válida en tu contra,
necesito saber qué pasó entre nosotros,
los hijos son apenas testigos de su propio nacer.
Levantamos sin más un mundo
enardecido en su momento
que duraría hoy
vagamente inmortal hasta la muerte:
¿fui yo su dictador o su asesino?
Imposible creer que fue una historia que brotó de mi boca,
mis alucinaciones son espejos sin nombre
y tu nombre perdura.
No se trata de un mito acongojado
ni de voces que van formándose en las grutas
a partir de la nada.
Si tanto he soñado y he perseguido
es porque vi y creí, aunque ya no pueda
descifrar cómo llegaste a ser, ni qué ocurrió
con tu cuerpo dormido ni con las sensaciones
que juntos adquirimos algún día.
José Antonio Gabriel y Galán (Plasencia, Cáceres, España, 1940 - Plasencia 1993). Poeta, novelista, traductor, editor y periodista. Director de la revista El Urogallo.