Marcelino Menéndez Pelayo

Menéndez Pelayo por Joaquín Sorolla
Epístola a Horacio

Yo guardo con amor un libro viejo,
De mal papel y tipos revesados,
Vestido de rugoso pergamino:
En sus hojas doquier, por vario modo,
De diez generaciones escolares,
A la censoria férula sujetas,
Vese la dura huella señalada,
Cual signos cabalísticos retozan
Cifras allí de incógnitos lectores,
En mal latín sentencias manuscritas,
Lecciones varias, apotegmas, glosas,
Escolios y apostillas de pedantes,
Innumerables versos subrayados,
Y addenda y expurganda y corrigenda,
Todo pintado con figuras toscas
De torpe mano, de inventiva ruda,
Que algún ocioso en solitarios días
Trazó con tinta por la margen ancha
Del tantas veces profanado libro.

Menéndez Pelayo por Moreno Carbonero

Y ese libro es el tuyo, ¡oh gran maestro!
Mas no en tersa edición rica y suntuosa,
No salió de las prensas de Plantino,
Ni Aldo Manucio le engendró en Venecia,
Ni Estéfanos, Bodonis o Elzevirios
Le dieron sus hermosos caracteres.
Nació en pobres pañales: allá en Huesca
Famélico impresor meció su cuna:
Ad usum scholarum destinóle
El rector de la estúpida oficina,
Y corrió por los bancos de la escuela,
Ajado y roto, polvoroso y sucio,
El tesoro de gracias y donaires
Por quien al Lacio el ateniense envidia.




Marcelino Menéndez Pelayo (Santander, Cantabria, 1856 – 1912). Catedrático de la Universidad de Madrid. Miembro de la Real Academia Española. Diputado a Cortes. Director de la Biblioteca Nacional de España entre 1898 y 1912. Propuesto para el Premio Nobel en 1905 y director de la Real Academia de la Historia en 1909. Ensayista, antólogo, traductor y poeta.